Apocalipsis
El espíritu del
Valle no muere jamás;
se llama lo
Misterioso Femenino.
Ella no
es Pomona. Ni, como las Danaides,
una daga dorada oculta entre los senos.
Ella no es Calíope, aunque sea la voz y
la belleza.
Y aunque, como las Náyades, ame fuentes y
bosques,
no es Estigia, ni Dafne,
ni es la bella Afrodita
ni el sueño de los héroes.
Pero
Ella ha nacido.
Como
ananás fragante, se levanta
ungida
de romero,
como
custodia viva, derramando
cuatro
copas dulcísimas:
Abrazo
de la tierra,
música del aire,
luz violenta del fuego
y el almíbar del agua.
Ya no
habrá nunca noche, porque Ella
se ha manifestado
con sus cuatro trompetas y su gloria.
Y así es la gran nueva, la alegría:
Porque Ella ha nacido
y esta es la señal, aleluya.
Que su gracia
sea con todos vosotros, aleluya.
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Los referentes mitológicos de este poema
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Venus de Willendorf |
Causa
incausada
La noche de san juan
en la hora más ciega se aparece
coronada de rosas, como una llama blanca.
¿A quién festeja, a quién
busca encendida, a quién
lasciva y dulce, entregará su boca?
Los que la vieron, sueñan
con camelias azules estallando en las
manos,
con bambúes fragantes y caobas y garzas.
Pero Ella, que mana de Sí misma
y a Sí propia regresa,
lleva en Sí todo el vino,
toda la miel, el heno, la salvia y los
enjambres
florecidos en ojos y en caricias.
Con el alma en las manos
la Magna, la Dichosa, ferviente sobre
atlas
atraviesa la tierra,
porque Ella es el mundo.
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Las elementos de comparación dentro de la tradición
judeocristiana
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