Trataremos tres poemas de Juana Castro sobre el linaje femenino.
Cáliz
Y
ahora soy
tan
igual a ti, madre,
que
no me reconozco en el cristal
de
este retrato tuyo tan presente.
Si
supieras que todo
lo
que de ti he odiado y maldecía
tan
exacto y reciente como el cerco
de
una piedra en el agua, repetida.
Vengo
a verte de nuevo.
Tócame,
pon mis dedos
aquí
sobre tus llagas, y ábreme
esta
rosa de espinas del costado.
Soy
tan tuya que el mar
tu
voz copia en mi voz para su canto.
Y
me despierto, y en la hora vivo
tu
misma inmensa sed, esa que siempre
en
tus huesos vacíos
irremediable
ardiera.
Yo
no soy tu fantasma, quiero
crearte
ahora en el filo
de
quien te dio mi ser, resucitada.
De
muerta a muerta, dime:
¿Quién
amamanta a quién, serpiente mía?
Ahora,
realizad un listado de características que identificáis en vuestra persona
y también en otros miembros de la familia en distintas generaciones. Por
ejemplo, el sentido del humor de la abuela o la sinceridad del padre.
Madre
Y soy yo quien ahora te tiene,
madre mía, a su merced, turbada.
Diminutos tus huesos
y tu piel de ciruela que, si
hablo,
se rompe. Enjabono tu vientre
y mis dedos resbalan por tus
mustios
pezones y tus nalgas.
Madre mía, mi niña, cúmplase
esta rara inversión, y tengamos
tus cicatrices yo, tu corazón mis
años.
Sepia
Ahora el tiempo me ha puesto
color sepia la blusa y el dorado
terrón donde cantaba
el libro de mis ojos. Estoy aquí,
colgada
en la pared de cal, con mi regazo
breve dormido tras las tejas.
Pues el tiempo acomete, y es
cifrado y asigna
un recuerdo a mi nombre.
Soy tu abuela, la madre
de tu madre, que vivió como
tantas.
Que dio luz a tu cuerpo
y te puso en las manos
la existencia y el mundo.